viernes, 16 de julio de 2010

Las desconocidas y Asha, Sakineh y Malalai: en su honor

 

Rojo Zambeze. Kalahari negro. Desde su sexo mana la sangre. Más allá, la selva ahoga los gritos de la infamia cometida por cromosoma Y. Ella no conocerá a Eros. No habrá camino que a él la conduzca. Solamente manda el homo-perverso-erectus y su instrumento de dolor. Sin sapiencia conocida, permanece la barbarie caminando erguida en el continente primigenio. La cuna de la estirpe brillante, hoy, apenas humana, no tiene voz, no tiene cuerpo propio. A ella le cerrarán las heridas de su ablación… ¿sanará acaso dentro: en su valía como generadora de vida, como sanadora de penas, como esfinge de dolores primarios? Seguramente no. Como tampoco crecerán las violetas de Persia. Ese que fue el punto de encuentro entre la cultura occidental, permanece enterrado bajo el polvoriento caminar de cebúes bípedos, con ese bulto secular de la canallada de creerse dioses. ¡Deben morir lapidadas: son unas adúlteras!, claman los machos cabríos. ¿Qué habría pensado Darío I? ¿Cómo lo versarían Rumi y los poetas sufis?
No más.
Por Florángel Quintana

2 comentarios:

  1. horrible! en algún lado leí que La mayoría de las mujeres irán al infierno…del Corán... Horror!

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  2. Pienso que el amor es más grande que la violencia y que triunfa.
    NS

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