martes, 28 de septiembre de 2010

Personaje 6: Oliver Chappel


Se acerca a cumplir los ochenta años pero eso no lo amilana, a pesar de que el estado lo ha pensionado desde la edad reglamentaria no por eso ha bajado el ritmo de su actividad. Empleado en una biblioteca pública durante toda su vida laboral, no hay quien lo iguale en el conocimiento acerca de los ejemplares en existencia, aquellos encargados y sobre el destino de los que han salido de circulación, allí ha transcurrido su vida y hoy, ¿quién lo reprocharía al verlo llegar puntualmente, desembarazándose de su abrigo raido y colocando la ahuecada gorra de gamuza en el colgador del pasillo? Al contrario, se le aprecia porque nadie como él para sacarlos de un apuro a la hora de la llegada de un investigador acucioso que aspire más que una ficha de archivo, o una orientación en la computadora para la búsqueda de un ejemplar raro.

No obstante para el recién nombrado director, bibliotecónomo de escuela, y con la aspiración de innovar dentro de la antigua library, este espécimen de pelo largo, gris y grasiento hasta los hombros, carente de la aplicación de un shampoo, vistiendo ropa anticuada y andrajosa, botines maltratados donde sus pulgares inferiores rompen las puntas de los viejos zapatos y portando un bulto maltrecho, resulta simplemente insoportable. Desde que llegó a su nuevo cargo ha tratado persistentemente de salir de este fantasma del submundo que incomoda su concepción moderna del trabajo con el cual ha de toparse a diario y que para colmo, juega un papel protagónico dentro del entorno. Porque sí, Oliver no tiene empacho en ace

rcarse a los lectores para preguntarles por sus necesidades, para ofrecer su ayuda mientras posa en sus mesas sus uñas mugrientas producto de unas excavaciones que ha emprendido como estudio y como hobby.

Robert Maylor no agunta más y un día lo llama a su oficina para leerle la nueva cartilla donde se restringe la relación del lector con el personal, porque dado que estamos en la era de la cibernética no hay necesidad, la gente se defiende con la computadora, aparato que por cierto Oliver ha menospreciado, confiado en su memoria y en los viejos archivos que amontonan papel inservible ya que todo ha sido trasladado al banco de datos, y ofensivamente le dice:

-Oliver, convénzase, usted es un antigualla inservible.

Oliver no responde nada pero la noche de ese día va al lugar donde suele reunirse con sus amigos, el Pub del Castillo de Robin Hood, y casualmente coincide con Maylor. Es una acogedora cueva que rememora las aventuras medievales, y donde, además de beber, se juega a ensartar un aro en un cuerno clavado en la pared. Entonces Oliver, campeón en esta lidia, reta en tono obligante a Maylor a competir. El director es un londinense que por primera vez pisa estos terrenos desconocidos, tímido ante la invitación se ve obligado a participar frente a un público de alegres bebedores que muy pronto descalificarán su torpeza con burlas y pitas. Entonces Oliver se incorpora al juego para repetir aciertos incansablemente, hasta que abrumado por los aplausos, toma distancia y en voz sonora y con claras palabras hace la presentación de Maylor:

-He aquí señores, el testimonio de lo qué es un hombre moderno quien ha venido a Nottingham a traernos la luz y la verdad.

Las pitas avergüenzan a Maylor que se escabulle cabizbajo.

lunes, 20 de septiembre de 2010

CLARA SÁENZ LINARES

Edad: quince años. Nacida en Cádiz, en una familia sumamente adinerada, en 1769.

Hija de Federico Sáenz de Suazo y María Teresa Linares Fernández

Es la mayor de dos hermanas, para desgracia de su padre, quien quería un varón que en el futuro pudiera tomar las riendas de su próspero negocio. Sin embargo, su madre considera que su sexo puede ser muy conveniente.

De piel muy blanca, abundante cabellera rojiza, muy rizada y ojos verdes. Es bajita y muy delgada. Pesa tan poco que apenas hace ruido al andar. No aparenta la edad que tiene, parece menor, luce como una niña. Su voz es muy delicada.

Come como un pajarito, excepto cuando de dulces se trata. Lo único que devora con voracidad son los pasteles que le prepara Dulce María, su aya, quien la consiente con el pretexto de “…que algo tiene que comer la niña, o se nos va a enfermar”

De carácter muy dulce, cariñosa y compasiva. Le gustan mucho las historias románticas. Sueña con el príncipe encantado que la rescatará algún día. Es muy sensible.

Su salud es bastante frágil. Se enferma con frecuencia, pero su mayor mal son los nervios. La mayoría de sus enfermedades son producto del terror que le tiene a su mamá. Por extensión, todo la asusta: una conversación de tono elevado, el ruido que produce un objeto al caerse, el sonido que emiten los animales, etc. Sin embargo, sostiene ante todo el mundo que por amor sería capaz de todo, y lo hace en un tono de voz valiente y decidido.

Adora la poesía y es una gran declamadora. Recita de memoria versos de amor en eventos familiares. También tiene una gran afición por la música, aunque no aprendió a tocar ningún instrumento. Sin embargo, baila muy bien. Tiene buen oído.

Su mayor habilidad es el bordado. Quienes han visto sus trabajos afirman que tiene manos de oro. Ha hecho trabajos extraordinarios para vestir el altar de la iglesia. En la actualidad, está bordando su ajuar, aunque no avanza nada rápido. Su madre, impaciente, le dijo que buscara ayuda, porque con ajuar o sin él, debe casarse al cumplir los dieciséis años y sólo faltan unos pocos meses.

Es reservada y algo melancólica. Se siente frustrada por la imposición de su familia de casarse con un Marqués, que para colmo es un viejo feísimo y nada simpático. No tolera la idea de que su única función en la vida sea la de dotar a su familia de un título nobiliario. Son riquísimos, pero la ambición desmedida de su madre la hará sacrificar su felicidad por ser Marquesa.
Su poeta favorito: Garcilaso de la Vega:

SONETO V
Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo tan solo,
que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Serie Personajes


Vicente Carrillo Vega
Edad: 18 años
Estado civil: soltero.
Profesión: músico. Aunque toca varios instrumentos, prefiere la flauta. Compone y enseña. Se dedica a la música con gran pasión. Muy trabajador.
Posición social: familia humilde dedicada a las artes
Familia: es el menor de dos hermanos, huérfano de madre (la perdió a los dieciseis años). Su padre es músico y maestro de escuela. Su hermano es actor de teatro.
Nacionalidad: española.

Características físicas: alto, delgado, de anchos hombros, dotado de una abundante cabellera negra que le cae en suaves rizos hasta los hombros y enmarca un rostro muy viril de facciones geométricas bien definidas. . Profundos ojos negros, de mirada penetrante, capaz de adentrarse hasta el corazón de cualquier joven romántica y soñadora. Voz gruesa y aterciopelada.
Rasgos emocionales: alegre, despreocupado, divertido y con un carisma casi hipnótico: todo el que le conoce siente afecto por él de inmediato. Amable, todo un caballero. Disfruta ayudando a los demás. Amigo fiel, no soporta la traición ni tolera la mentira. Detesta la injusticia. Romántico. y apasionado. Cree que en la vida de un hombre sólo hay espacio para un único gran amor. Algo melancólico y muy sensible. Sufrió muchísimo con la muerte de su madre, gran compañera, quien le enseño a bailar. Se adapta con facilidad a las circunstancias, porque ante todo es un sobreviviente.

Aficiones: le gusta la buena mesa y más aún, el buen vino. Aunque en su casa no abunden esas cosas, puede acceder a ellas cuando trabaja como músico contratado en la casa de algún adinerado, para amenizar fiestas. Sabe apreciarlas. También le encantan las juergas nocturnas por la calle con los amigos y siempre está a la orden para asistir en cualquier serenata, no importa la hora.
Por Irene de Santos

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Mi "Bucket List" Por Nelliana, gracias a Nelliana

Vi la bellísima película con Jack Nicholson y Morgan Freeman en el 2007, cuando se estrenó. La disfruté y la recuerdo, pero por alguna razón, no me senté en esa oportunidad a escribir mi Bucket List.


Sensibilizada inmensamente por la pronta partida de nuestra compañera escritora, Nelliana, he pasado días de sosiego y reflexión. En el grupo tratamos de que sea motivo de inspiración y no de desánimo y tristeza. Así que, aquí voy.

Ella tenía su “bucket list”. Julieta, amiga y compañera escritora de este grupo me contó que decidió escribir la suya al leer la de Nelliana. Me preocupé al inicio, me asusté incluso. Pero luego pensé un poco más, escuché lo que mi amiga listaba. Ella se preguntaba cuanto habría alcanzado a hacer en tan corta vida nuestra compañera. Fui a leer también aquella lista y pensé lo mismo con tristeza. ¡Cuántas cosas por hacer! ¡Qué corta vida tuvo! De modo que lo primero que hice fue repasar las suyas, las de mi amiga y a partir de ellas, comenzar a escribir las mías.

Un Bucket List, o Life List, es una lista de cosas por hacer antes de morir. El término proviene de la expresión en Inglés: “Kick the bucket”, traducida como: morirse. Se dice que proviene de métodos de ejecución como la horca, en la edad media. La víctima se coloca con una soga al cuello, parada sobre un tobo (bucket) y al patearlo, la cuerda aprieta y se muere. También refieren la viga donde suspenden a los cochinos que van a sacrificar. Es también llamada “bucket”. La palabra en si se dice que proviene del Francés, “trébuchet”, que significa balance. De allí, Bucket list. Yo prefiero llamarla Life List por estos días. Bucket List cuando esté más alegre, porque como "slang", o expresión informal en Inglés, me hace reír. La muerte como idea, como realidad inexorable, es sublime, importante, necesaria. Pero cuando nos toca cerca, duele, asusta y pesa, a veces parece insostenible.

Necesitamos conectarnos a la vida. Todos buscamos encontrar la mayor alegría posible. Los más sofisticados disfrutamos también el darle alegría a quienes nos rodean. En torno a eso pensamos y deseamos cosas en todo momento. Listarlas, ordenarlas y revisarlas puede ser una manera efectiva de aprovechar y dirigir nuestra energía en cada momento.

Los invito a que hagan la suya y sea una lista viva. Que siga los lineamientos de un cronograma para un equipo de trabajo exitoso. No vale de nada hacerlos con gran esfuerzo y detalle, si no están en constante actualización, revisión y dinamismo, sino establecen metas de forma clara, medible y alcanzable. Piensen, sueñen, revivan, recuerden y escriban, pero sobretodo: ¡No engaveten! Peguen su lista en el lugar más visible que encuentren y puedan, revísenla y vayan tachando lo cumplido. Escriban cosas nuevas, especifiquen sus metas. ¡Quiero correr un maratón, quiero correr 10K, quiero correr NY! Denle vida a su lista de la única manera posible: ¡Viviendo! Como si no tuviéramos la vida por delante, sino un par de meses. Porque en realidad, no podemos saberlo.

Comparto la mía de hoy. Mi Lista de Vida:

1. Disfrutar muchos años junto a mis hijas

2. Vivir enamorada y enamorándome

3. Volver a Boston

4. Visitar a mi prima en sus misiones de la UNESCO en muchas partes del mundo

5. Visitar a Karla en Serbia y a Alina en CA

6. Comunicarme con mis seres queridos que ya no están, aunque sea en sueños

7. Conocer Machu Pichu

8. Visitar a Rox y Roberto en DC

9. Seguir programando, desarrollando software y explorando nuevas tecnologías

10. Asistir a seminarios, ferias y muchos eventos especializados en mis temas de interés

11. Practicar yoga. Llegar a tocarme la punta de los pies con las piernas estiradas

12. Meditar. Ver colores y sentir que floto, sin noción de tiempo, ni espacio. Sin uso de químicos, ni plantas

13. Aprender a tocar el piano

14. Aprender francés

15. Mejorar mi italiano y perfeccionar mi inglés

16. Crear una marca y un proyecto reconocido en educación temprana y promoción de lectura

17. Estudiar psicología y tener oportunidad de establecer una consulta

18. Escribir constantemente. Ser publicada, leída y referida

19. Leer. Siempre estar ansiosa por regresar a casa a seguir leyendo ese libro espectacular que estoy por terminar y pensar en el siguiente, pero sin querer despedir el actual.

20. Viajar con mis hijas

21. Tener una casa frente al mar y windsurfear y bucear cada vez que desee

22. Ser la primera en saber las noticias importantes de mis hijas y participar en sus vidas siempre

23. Disfrutar de mis nietos tanto como disfruto de mis hijas

24. Tener salud, estar en forma y disfrutar de unas finanzas estables que permitan todo lo anterior
 
25. Morir como dice Milagros Socorro: " ... a manos de un amante celoso, a los 89 años (o más) y con toda razón."

viernes, 10 de septiembre de 2010

Personaje 5: Soledad

Soledad nació sola y creció sola. Amparito la alumbró escondida en el garaje de la casa donde literalmente se la sacó tirando de ella como si fuera un tampón .La recién nacida retorcida y entre chillidos no vió cara de comadrona, de médico ni de voluntario alguno que hubiera prestado su ayuda. Amparito, rendida, la dejó sobre los trapos que había colocado frente a sus piernas abiertas y sólo después de unos minutos cortó el cordón con un cuchillo que había sustraído previamente en una gaveta de la cocina.

Luego de haberla limpiado con agua tibia y manzanilla, la envolvió en una toalla limpia de la señora María Inés y subió a la habitación donde la dama reposaba tratando de hacer una siesta. Con toda naturalidad dijo haberla encontrado en el zaguán donde se suponía la habían abandonado, ella hábilmente había disimulado su barriga frente a una patrona que sufría postraciones crónicas. La casa quedaba lejos del pueblo y los achaques impidieron a María Inés hacer las averiguaciones pertinentes y en un abrir y cerrar de ojos la niña tuvo un año creciendo como ahijadita de caridad, ahí al lado de Amparito y la Doña.

De piel clara y pelo rubio desteñido, faz transparente, cuerpo frágil y miembros delgados como pitillos, la niña vivía enun cuarto vecino a la cocina y dentro de un cajón de embalaje a modo de corral y cuna, allí Amparito la zampaba después de las comidas y el baño y Soledad cumpliendo el destino que rezaba su nombre pasaba los días entre sueños y gateadas, chupando y tratando de jugar con muñecos y animales de trapo que burdamente cosía su madre para ella.

El encierro y la deficiente alimentación reforzaban su lánguido aspecto que no variaba con el correr de los días, ya cuando fue capaz de salirse de la caja, pálida y flacuchenta empezó a vagar por la casa sin comunicarse con nadie, se suponía que era retardada y nadie se preocupó en comprobarlo. María Inés resolvió que era un peligro que la niña anduviera por la casa y entonces colocó una reja a la entrada del cuarto, y Soledad quedo recluida sin otra comunicación que asomarse por los barrotes. La doña siempre con un mal diferente se levantaba poco, no salía nunca y recibía escasas y espaciadas visitas, Amparito se dedicaba a sus labores domésticas incluido el cuidado de la niña y si le decía dos o tres palabras era mucho, de resto se limitaba a una mímica elemental y disparatada que más bien parecía dirigida hacia un animal.

Soledad se acostaba en el “corral” en donde pasaba la mayor parte del dÍa y ahí se tapaba los ojos con un trapo, y entonces empezaba a emitir un murmullo, voces que no llegaban ni a palabras ni a notas musicales y en eso pasaba horas hasta que se quedaba dormida. Su vida transcurría como la de una inválida a quien se le negaba la locomoción normal, la comida propia de su edad en aumento, y los rayos del sol.

Una mañana María Inés amaneció más quebrantada que de costumbre y entonces le pidió a Amparito que fuera en busca del médico del dispensario del pueblo. Vino un joven que después de recetar a la dama enferma se retiró no sin antes acercarse a la cocina por un vaso de agua. Con sorpresa vio en el cuarto vecino cómo se asomaba una cara cadavérica tras las rejas, atónito interrogó a la famélica criatura - ¿Y tú quién eres?- La adolescente agrandó los ojos cristalinos y después de una pausa, respondIó: -Soleá- y entonces extendió sus manos esqueléticas en ademán de tocar al doctor, este gesto lo obligó a aproximarse para comprobar el lamentable estado de la muchacha a cuyos pies había volteado un tetero con restos de leche –El tete e Soleá.- En ese momento apareció Amparito –Dotor esta niñita no ha progresao pero naita,y eso que yo le doy su tetero con formalidá. –Qué edad tiene la niña? -Pues pronto serán catorce, ya sufre su desarrollo cada mes.

El médico pidió de inmediato hablar con María Inés a quien increpó con violencia:

-Qué significa que ustedes tengan a un ser humano confinado como a un animal y lo mantengan a pura hambre y encierro.

María Inés lo miró asombrada y respondió lela:

-Es la ahijadita, salió retrasada, se le da de comer, tiene su buen espacio y está segura, la reja no le permite salirse. Ella es mi obra de caridad.predilecta.

-Me temo que las débiles mentales son ustedes, pondré la denuncia.

Al día siguiente una comisión de protección al menor vino en busca de Soledad y otra de la cárcel de mujeres se llevó al par de féminas que, atónitas entraron en la jaula. Una vecina del pueblo se acercó informada de la novedad y preguntó a gritos:

-¿Qué pasa por qué se las llevan? ¿Cuál es el delito?

La Inspectora contestó:

-¡Cretinismo!

jueves, 9 de septiembre de 2010

Ganarle a las despedidas

Ambas escribíamos y coincidimos en el curso “Imaginación y Géneros Literarios” con Milagros Socorro.


En clase hablaba poco, siempre respetuosa, profunda y llena de dulzura. Un par de veces tuvo que retirarse antes por el malestar. La profesora, inmensa, emotiva, la abrazaba permanentemente con su energía, ánimo incansable y palabras de aliento. Pero no había manera de disimular su desasosiego al verla partir. Por segundos parecía que se echaría a llorar, o que la seguiría corriendo para un abrazo largo que dejara fluir ese miedo compartido, esa tristeza ante lo que no se puede creer. Pero la clase debía continuar. Un suspiro, o más bien un respiro para tomar fuerzas y todos seguíamos adelante.

Nelliana Viloria no pasaba los 30 años por mucho, comenzaba a gozar el fruto de una vida interesante. Estudios, amores, retos y más importante que ninguna otra cosa, una vida de familia, era esposa y era mamá. Probablemente también hija, hermana y seguramente amiga de muchos, conocida de más y querida por todos.

Otra compañera del curso, Carolina Jaimes Branger, escribió un hermoso artículo en el Universal el 2 de agosto, a propósito de un rato compartido con ella: “Amiga, valiente amiga”, http://eldomodelaoca.blogspot.com//@cjaimesb.

De él, recuerdo con particular intensidad la referencia a su hija:

“Tengo en mi corazón tu imagen con tu hijita sentada en tus piernas. Guarda este artículo para que se lo enseñes cuando sea ella quien te siente en sus piernas. La vas a ver crecer y sentarás en tus piernas a sus hijos. Nelliana, mi amiga, mi valiente amiga... gracias por tu valor, por tu entereza. Gracias por ser mi amiga.”

El día que Nelliana fue a clases con su hija, fue el único que falté en todo el semestre. Desde que escuché que habían compartido ese día allá, mi imagen de Nelliana, dulce ya, incorporó a su niñita en las piernas. Sin haberla visto, esa estampa me ha acompañado desde entonces con la fuerza que solo puede producir la identificación.

El triunfo del ser humano ante la adversidad, al que invita Carolina a Nelliana en su artículo, es uno de los pensamientos más positivos y poderosos con los que podemos enfrentar el inevitable sufrimiento ante la enfermedad.

Desafortunadamente, a veces no alcanzamos ese triunfo. A veces, nuestros seres queridos no alcanzan ese triunfo. Es entonces cuando necesitamos aliviar nuestra respuesta ante el dolor. Los pensamientos y emociones negativas, la impotencia, la rabia, el pecado y el castigo, no son los mejores compañeros.

A propósito de lo anterior quiero compartir dos pensamientos:

1. “God exists. Rechazo todo lo que tenga mensajes de culpa, pecado y castigo.” Es lo que escribe Nelliana en su perfil del Facebook como “Creencias Religiosas”.



2. “Es mucho lo que podemos hacer para influenciar nuestra experiencia del sufrimiento. La vejez, la enfermedad y el sufrimiento son inevitables. Pero, haciendo hincapié en la sabiduría y la compasión, al encontrarnos con el sufrimiento de otros seres sensibles una y otra vez, tendremos la capacidad de reconocerlo, de responder a él y de sentir una profunda compasión, en lugar de indiferencia o impotencia.” Dalai Lama

La enfermedad y el sufrimiento de Nelliana, me producen sentimientos tan dolorosos, recrudecidos ante su juventud y la imagen de ella con su hija en las piernas, que quisiera no pensar, no sentir, salir corriendo.

Quisiera no estar reflexionando sobre eso hoy, a un año de la muerte de mi mamá. Mi ser más querido también perdió esa batalla. Hoy me siento Nelliana, su esposo, su hija, mi mamá, mi papá, mis hermanas y yo misma. Me siento todos los que ya han sufrido un dolor tan profundo como es la pérdida del ser más querido. Me siento madre que deja a sus seres queridos.

La muerte es algo tan sublime como el nacimiento. Una despedida está entre los rituales que más nos conmueven. Quisiera saber más sobre la forma en que lo enfrentan otras culturas. Quisiera contarlo entre los más hermosos. ¿Por qué no?

De niña nunca me llevaban a los funerales, ni me hablaban de la muerte a mí alrededor. En mi familia se evitaban las despedidas de todo tipo. Aún recuerdo cuando tuve que sacrificar a mi mascota más querida, mi gato Cariaco. Había intentado y gastado lo impensable ya, no había otra salida. Me debatía entre dar la orden por teléfono y no volver al veterinario jamás, o presenciar el final, que de solo pensarlo me volteaba el estómago. La opinión generalizada, llamada telefónica. Una vecina muy querida, pasada de los 90 años de vida hacía rato y en un estado de actividad y lucidez propio si acaso de los 50, me dijo:

-“A quienes amamos, más cuando son nuestra responsabilidad, hay que acompañarlos en las buenas y en las malas. Estar allí, a su lado, hasta el final. ¿Cómo dejarlo sin una digna despedida?”

Lo hice, simplemente lo acurruqué en mis brazos y esperé. Fue tan digno y tan fluido como cualquier otro rato compartido en casa. Lloré sin miedo y sin vergüenza ante los presentes. Nunca me sentí mejor. Fue intenso, emotivo, pero simple, posible. Me sentí satisfecha conmigo misma. Le había cumplido hasta el final.

Cada quien sabe cuándo le toca despedir a sus seres queridos. Todo dependerá del grado de apego, confianza y responsabilidad que la vida y la experiencia nos haya concedido en su vida. Yo solo puedo apegarme a lo que dice el Dalai Lama, tengamos la capacidad de reconocer el sufrimiento, la fortaleza de enfrentarlo y perdamos el miedo a sentir. Aliviemos el sentimiento con entereza y pensamientos positivos, aún ante la despedida.

Sobre la adversidad no siempre se triunfa, pero sobre la despedida sí. Le ganamos a las despedidas cuando además de dolor y lágrimas, las llenamos de valentía y de amor. Ofrezcamos de allí en adelante, cuando estemos listos para ello y poquito a poco, pequeños tributos a quién se fue.

Yo recuerdo a mi mamá en cada mamá del mundo, en cada playa que visito, en cada beso que le doy a mis hijas y en los que ellas me devuelven. La recuerdo en mis malcriadeces y en aciertos, que reconozco aprendidos. La siento en gestos heredados y costumbres compartidas. La llevo dentro de mí y aunque duele la despedida, sé que está conmigo.

Nelliana está en cada niña, en cada mamá, en cada esposo que vea, por un tiempo con gran tristeza, pero pronto estará en escritos maravillosos, en un amanecer, en una amiga valiente, en nuestras clases y nuestros blogs, estará con nosotros.

Blue, Ruleta y Mingo esperan, merodean, extrañan. Rubén no hace chistes, no sonríe. La pequeña, ni siquiera sé su nombre, recordará siempre sus bailes de flamenco con mamá. La despedida es durísima, el dolor invade todo al principio, pero tarde o temprano se recuerda el amor y la alegría sobre la ausencia. Todo lo que Nelliana compartió en su vida con quienes la conocieron y quisieron, le ganará a la despedida. La rebosará con pequeños y grandes tributos que cada quien ofrecerá consciente o inconscientemente a su memoria. Pasito a pasito, tendrá que rendirse, porque entre quienes se amaron no existe la despedida y siento mucho tener que ser tan cursi.

Ayer, justo cuando ella moría, un par de compañeras y yo preguntábamos en la oficina de post grado cómo hacer para inscribirla en el segundo semestre. Ya no hace falta. Mi tributo es que la llevo conmigo.



Loli Nardi