miércoles, 28 de julio de 2010

ESCENA DEL ESTÚPIDO. Por Carlos Sánchez

Minutos antes el perro chandoso, mestizo, se pavoneaba alegremente por toda la cola de compradores. Con gesto amistoso se acercaba a cada uno de los enfilados, confirmado con su permanente movimiento de rabo y permitiendo una que otra caricia de quién quisiera regalársela. Nos acompañó con su juguetón vaivén hasta que llegó el bus de media mañana, que precisamente hizo parada frente a mí. Entonces el chandoso tenía que meterse a husmear debajo del bus, justo cuando este reiniciaba su marcha. El perro tontamente trata de escapar por la parte trasera, pero se devuelve cuando ve la esfera de la transmisión que se le viene de frente. Y ¡tas!... se sintió un golpe seco, metálico, infinito en la parte posterior de su cabeza. Ese perro juguetón me presentó a la muerte sin yo pedírselo. Por supuesto fue un entremés, desde ese momento me he topado con la muerte en demasiadas ocasiones. No he tenido que ir a anfiteatros ó hacerme amigo de bandidos, tampoco hacer investigaciones de campo y menos crear historias fantásticas sobre estos especímenes que andan jugando a la muerte. Estaban en mi día a día, como el sol. Demasiadas ocasiones vendría a mí memoria el eco metálico de aquella ocasión, debido a chandosos que, cual estúpidos perros mestizos, invocan la muerte, siendo eso sí, acertadamente escuchados.
Autor Carlos Sánchez
CESGO

No hay comentarios:

Publicar un comentario