lunes, 21 de junio de 2010

Fausta, el taladro y el militar (escena de La Teta Asustada)

Fausta, delgada y frágil en apariencia, pero valiente en su interior, entra en la solitaria cocina. Por debajo de la falda sobresale el dobladillo de un pantalón que lleva como un cinturón de castidad improvisado. Toma una silla, se sienta,  y esconde el dobladillo con cuidado. Suena el timbre de la patrona. Fausta recorre la casa lentamente, como si estuviera en un laberinto interminable de sombríos salones.

Al acercarse a la habitación de su patrona, se escucha el ruido de un motor. Fausta encuentra a la señora taladrando una pared. Sin voltearse, la patrona le entrega el taladro. La chica tiembla, empuñándolo como si fuera un arma, con el torso en tensión. De repente, se fija en el cuadro que tiene enfrente. Es la foto de un militar de alto rango. Como si mil recuerdos no vividos revolvieran sus entrañas, suelta el taladro atemorizada, se lleva las manos a la cara y sale corriendo.

En la cocina, se lava la sangre que sale de su nariz mientras llora y canta una canción de consuelo en quechua. Su patrona la observa con mirada inquisitiva desde la puerta entreabierta.

1 comentario:

  1. ¿Porqué sangraría?
    Apuesto que por haber querido disparar el "arma" contra el militar. Por saberse capaz.
    Muy buena Nelliana. sentí que miraba la escena otra vez.
    NS

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