jueves, 24 de junio de 2010

Escena de la película la teta asustada - el pago prometido

Poco antes del amanecer, Fausta corría por las calles aún desiertas de su barrio. Se dirigía a casa de su patrona, decidida a reclamar el pago prometido por su canto. Estaba dispuesta a enfrentar a sus demonios para lograrlo.
Llegó al mercado y aminoró la marcha, pero no disminuyó su determinación. A pesar de que nadie la acompañaba, logró atravesar los estrechos pasadizos flanqueados por mercaderías y miradas curiosas.
Al aproximarse a la habitación de la señora vio la foto de un militar, el mayor de sus temores, que parecía acecharla desde su posición frente a la entrada. Todavía la dueña de la casa y su acompañante dormían y a un lado de la cama había una hilera de hermosas perlas, esparcidas sobre la alfombra.
Reunió todo su valor y se agachó. Fue gateando sigilosamente, tomando con mucha cautela el blanco tesoro, bien ganado. Nadie notó su presencia.
Salió al jardín y avanzó hasta el portón donde, con un gran esfuerzo, logró accionar el mecanismo que lo abría, pero no pudo continuar; se desmayó

Irene de Santos

1 comentario:

  1. Acabo de ver la escena para escribirte. Me gustó mucho tu estilo. Y en general, pienso que está bien lograda.
    En mi humilde opinión, quitaría la palabra “militar”… y la sustituiría quizás por “uniforme” para que se dé mejor, la evocación de ese gran temor heredado.
    Me parece también que el último párrafo le resta fuerza al desmayo como símbolo del esfuerzo titánico que requirió liberarse de sus traumas y conquistar su independencia… y se disipa con el tema del botón de la puerta y el jardín.

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