sábado, 26 de junio de 2010

Escena de la Teta Asustada

Fausta estaba desmayada sobre el piso empedrado de una vieja calle limeña. Su negra y larga cabellera se esparcía entre las piedras formando un tejido casi compacto. Su vestido de fiesta dejaba al descubierto uno de sus pechos. Las campanas de la iglesia dejaron de sonar mientras que el cantar armonioso de unas aves se entremezclaba con el bullicio de la ciudad.
Unas manos que parecían conocer el trabajo de la tierra se hicieron presentes muy cerca de ella Eran las del jardinero, que en un ritual casi místico cubrió con mucha sutileza la desnudez primaveral de Fausta. Como si se tratase de la flor más delicada del jardín la tomó suavemente por el cuello. Con destreza de artesano retiró parte del cabello del rostro dejando al descubierto unas facciones que parecían pertenecer a la talla de la más hermosa princesa Inca. La fue llevando poco a poco hacia su pecho. Fausta abrió sus ojos y se generó un intercambio de energía casi ancestral. Desde lo mas intimo de su ser salió un murmullo de lamento que después se convirtió en una expresión fuerte de llanto.


Luis Alberto Quintero

2 comentarios:

  1. A mi me gustó desde el principio. Al haberle quitado la última frase logras el propósito de no dejar al “hombre de la sierra” guindado sin saber qué pasa, y a la vez no dañas la poesía de tu descripción, explicando el tema de la papa.

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  2. Sé que esta escena no es nueva, pero como no la llegué a comentar aprovecho para reiterar que me encanta, bellísima! No le sobra, ni le falta... Bueno, si le falta un puntico que se te debe haber escapado aquí:
    "Unas manos que parecían conocer el trabajo de la tierra se hicieron presentes muy cerca de ella Eran las del jardinero..." Entre ella y Eran. Tipeo seguramente. Pero para que no distraiga se lo puedes agregar.
    Hermosa!!

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