domingo, 30 de mayo de 2010

Playa Tigrillo

El barco esta anclado en playa Tigrillo. El sol se pone y se quita. Los azules se tocan con los rojos de los cerros. Los delfines, compañeros de trayecto quedaron atrás. La convivencia es grata, la música tenue. En la arena dos niñas buscan caracoles, otros juegan paleta y un par de novios están listos con careta y tubo para salir a bucear. Los arrecifes los esperan, con sus variedades de corales y peces de colores. Me entretiene verlo todo desde la popa. Me quedo absorta entre mirar el paisaje y las remembranzas de los buenos tiempos en aquellos lugares. Visualizo los momentos de disfrute, las peripecias marítimas, cuando escucho un ruido. Es el chasquido que produce el roce con el mar cuando las gaviotas alcanzan sus presas.

Volteo y sin querer soy cómplice de un coqueteo. Miro de reojo y capto un gesto entre Luis y Carmela. Un guiño de ojo de Luis y una mirada atrevida de Carmela. Percibo una mueca que no llega a ser sonrisa. Con ésta, ella demuestra cierto temor a ser descubiertos en su aventura. En ese momento el único testigo soy yo. Miro a mí alrededor para asegurarme que soy realmente la única persona que los está viendo, y lo confirmo. Los demás están en el agua o en la orilla de la playa. Una vez más me asombro con la certeza de mi intuición. Hace rato que sospecho que estos dos andan en algo, pero hasta este momento no tenía ningún indicio que me permitiera asegurarlo. Ahora mis sospechas cobran fundamento

1 comentario:

  1. "No hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay".
    Rochefoucauld
    Estas historias me ecantan!

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