Benjamín llegó a la puerta abierta del despacho de Irene. Parado en el umbral, de frente a ella pero de espaldas a la recepción, llena de secretarios y escribientes, anunció para que todos pudieran oírle, que venía a informarle algo muy importante. En los ojos, que sólo ella podía ver, Irene adivinó una necesidad de confesión. Benjamín, mirada fija y gento ansioso, parecía no tener las canas y arrugas que los años le han regalado. Ella, de cabello corto, pero con los mismos ojos inteligentes y labios rojísimos que Benjamín admiró desde el primer día, se puso de pie y le ordenó cerrar la puerta. Benjamín obedeció.
Después de veinticinco años, hay conversaciones y acciones, que no deben postergarse más. Y deben ocurrir a puerta cerrada.
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Fantástica Jeanette! captaste la emoción del momento. Me encantó
ResponderEliminarJeanette, estoy de acuerdo con MC que captaste muy bien la emoción del momento. Lo único es que alguien que no ha visto la película se quedaría con la duda de qué fue lo que vino a decirle Benjamín a Irene. Tal vez ese suspenso es la idea de tu escena, pero a mi me hizo falta.
ResponderEliminarA esta escena le veo sólo positivo: Se visualiza perfectamente, se transmiten los sentimientos, el hombre de la sierra la entiende y el lenguaje es bello. La introducción de las puertas cerradas es genial!
ResponderEliminarJeanette: me gustó mucho. Creo que la pequeña introducción que pusiste al principio sobre el significado de una puerta cerrada, le dio mucho peso
ResponderEliminarIrene